Clave 1: Escuchar a los niños, niñas y jóvenes, a sus familias y comunidades

Clave 1: Escuchar a los niños, niñas y jóvenes, a sus familias y comunidades

 

Bogotá, Colombia

8 y 9 de mayo de 2014

Dirigió: Marco Raúl Mejía

 

Más que escuchar, refundar y potenciar

 

“El taller de educación popular”. La investigación como práctica pedagógica. El taller como comunidad de indagación.

 

La sesión está a cargo de Marco Raúl Mejía, Fernando Escobar y cerca de un centenar de maestros y maestras.

 

La jornada comienza con la lectura de la metodología, por parte de los asistentes.

 

 

1. El maestro Marco Raúl comienza su intervención planteando la necesidad de adoptar una actitud crítica, y una de las primeras críticas es clave: “Escuchar a los niños y jóvenes y a sus familias y comunidades”. Más que escucharlos diríamos que se trata de potenciarlos como sujetos capaces de pensarse a sí mismos y de transformar sus prácticas. La otra crítica es hacia la minoría de edad de la escuela. A la escuela se están trasteando los discursos de la sociología, la sicología, la política, la economía, las Ciencias sociales y hasta de la religiones, sin darle tiempo al maestro para que los comprenda, los recicle y los refute en los casos en que su saber y su práctica pedagógica así se lo exijan.

 

El informe Compartir y el documento ¿Por qué cambie de opinión? de Diana Ravicht, norteamericana, arquitecta de la educación, son mensajes que merecen la atención, el análisis del maestro y el cambio de actitud, entre otras cosas, porque, en el caso de la segunda referencia, la escuela colombiana sigue aplicando, al pie de la letra, unas recomendaciones de las cuales ya se arrepintió la Dra. Ravicht. No obstante, las preocupaciones de muchos directivos docentes y maestros están consignadas en la evaluación por competencias y estándares.

 

La revolución de los Pingüinos, llevada a cabo en Chile por estudiantes de grado 4º (9o en Colombia) es una muestra de la capacidad que tienen los estudiantes para hacerse sentir como actores de un proceso de transformación de una ley que le era lesiva a la educación y cuya proveniencia era del Banco Mundial. Más allá de decir las cosas, en la práctica las decidieron.

 

2. Concomitante con lo anterior, sobre todo con el ejemplo de los Pingüinos, viene el segundo asunto de la conversación. La participación. La escuela y la sociedad están haciendo suyo un modelo de participación de corte neoliberal que puesta en un grafiti citadino se podría resolver en el siguiente texto: “yo participo, tú participas, ellos deciden”. La pregunta, entonces, es: ¿Cuál es la democracia que se construye en la escuela? ¿La misma que nos están ofreciendo los candidatos y los partidos que pugnan por el ejecutivo y el legislativo con todos sus vericuetos?

 

Ese remedo de democracia no le está sirviendo a una sociedad en crisis, crisis que no es nacional, una crisis que, según el nobel de física Clapark, es una mutación profunda que hace miles de años no sucedía. Son unos tiempos parecidos al Neolítico, como el paso del nomadismo al sedentarismo. La democracia, entonces, se está refundando y en esta refundación la pregunta para el maestro es: ¿Cuál es su papel en la refundación de la democracia? La pregunta es pertinente por el rol de los maestros en seminarios como este, donde “los intelectuales escuchemos a los maestros, aprendamos de ellos, los potenciemos como actores y productores de saberes”, apunta Marco Raúl.

 

3. El estado de los discursos disciplinares, el sentido de la participación actual y la demandada de su refundación, conllevan a interpelar a la pedagogía. Según lo expuesto, estamos en una transformación fundamental de la pedagogía. Pedagogía que no puede verse como un saber teórico-práctico sino como saber práctico-teórico. Y es práctico teórico porque, como en su época lo esbozó Elsie Rockwell y como se vivencia en la escuela, no es el marco teórico el que resuelve los problemas del quehacer educativo, la resolución de conflictos, la enseñanza de las ciencias, sino que es la práctica la que los resuelve, sobre todo una práctica reflexionada en el contexto y documentada. Se requiere volver a pensar en esa práctica y sacarse el policía de adentro, ese agente que no lo deja ser autónomo, así esté puertas adentro sin que nadie distinto a sus alumnos lo vean y lo sientan.

 

4. El saber práctico-teórico y la capacidad del maestro para pensar su práctica, para reflexionarla y para no depender de los marcos teóricos lo llevan a plasmar una praxis que es la metodología. “Los que hacen metodología en estos tiempos son los maestros”, apunta Marco Raúl. Y el llegar a ese acto de construcción individual y a veces colectiva, sitúa al docente en la deslinealización del currículo, en la desalgoritmización del mismo, porque desiste de las recetas que, en ocasiones, vende el mercado, y se instala en la producción propia (Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual).

 

5. Plantearse la creación o recreación de una metodología asciende al maestro al diálogo de saberes, porque la educación es eso, un diálogo de negociación y renegociación cultural, como lo dijese Brunner. En esta línea de ideas, la educación funciona con mediaciones. Todo acto educativo es de mediación intercultural y diálogo de saberes. Se alude a las mediciones sociales y educativas, que toman forma en lo que hacemos: el trabajo inmaterial: conocimiento, lenguajes, innovaciones, investigaciones. Es un nuevo sistema de mediación.

 

6. Marco Raúl le corre el cerrojo a los asuntos descritos enfatizando en el rol del maestro. Un maestro del siglo XXI, dispuesto a refundar su práctica y su quehacer en la sociedad. Un sin retorno a las urgencias lloradas y a los silencios obligados, porque él no es responsable de la crisis de la escuela, una crisis que no es exclusiva de la escuela sino de la sociedad. Un maestro, actor y productor de conocimientos, un maestro que supera el encharcamiento de los estándares y de las competencias y se ubica en el puerto del desarrollo de las capacidades y de las habilidades de los estudiantes, un maestro que supera el adultocentrismo, el europeocentrismo, que se descoloniza, y va más allá del pobre discurso gremialista, un maestro que refunda su práctica pedagógica, que produce conocimientos y que convoca a los intelectuales tradicionales, evocando a Gramsci, a que lo lean, lo escuchen, lo problematicen y lo reconozcan como actor; de lo contrario “estamos perdidos”.

 

Enunciada la media docena de asuntos, se pasa a un segundo momento en el taller: La socialización de dos experiencias pedagógicas que hacen parte de la estrategia Ondas. La primera tiene como epicentro la ciudad de los tiestos, es decir, Tutazá, en el inolvidable departamento de Boyacá, en una escuela rural con niños de primaria, con la participación de la comunidad educativa y de las autoridades municipales. La pregunta de investigación: ¿De qué manera la elaboración de tiestos contribuye con nuestro aprendizaje? La segunda, una experiencia con estudiantes de bachillerato, realizada en la ciudad musical de Colombia, Ibagué, en el departamento del Tolima, intitulada: caracoleando. Es la preocupación de los educandos por la descontaminación patógena de los alimentos. En el Rincón de los tiestos y en buscadores virtuales se puede acceder a estos atractivos textos.

 

Vistos los documentales, se dinamiza el taller, estrategia pedagógica en la que el centenar de asistentes, reconstruye, comenta, discute, contextualiza y arriesga ideas acerca de las experiencias. Preguntas por el sentido de la escuela, por la relevancia en hacer lo que se está haciendo, por cuestionar lo que se ha venido imponiendo, preguntas por el lugar del conocimiento y de los saberes en la escuela y por la situación social y económica de los maestros, son vectores que encaminan la discusión. Animan la conversación los aportes de algunas experiencias sobre temas que atañen a la particularidad y la generalidad de la escolarización.

 

La fase final del taller de educación popular se centra en puntualizar seis preguntas para la refundación de la educación, de la pedagogía y la asunción del maestro como actor y como productor de conocimientos y saberes, sin los cuales no es posible hacer educación y pedagogía con pertinencia:

 

  1. ¿Por qué escuela?
  2. ¿Para qué escuela?
  3. ¿Escuela dónde? En Cundinamarca y no en Dinamarca.
  4. ¿Escuela para quiénes? No para formar niños para otro mundo.
  5. ¿Qué tipo de educación impartir?
  6. ¿Educar cómo?

 

Me arriesgo a ponerle puntos suspensivos a esta relatoría concluyendo con una palabras de Abraham Magendzo, que a la letra dicen: “Si no lo hacemos los maestros, ¿Quién? y si no es ahora, ¿Cuándo?”

 

José Israel González Blanco.

 

Última modificación
21 Agosto, 2015