Astrid Martínez, una lección de vida que florece en el colegio Lucila Rubio de Laverde

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Por: David Esteban Pineda. Periodista IDEP - prensa@idep.edu.co


Su propio ejemplo de vida la convirtió en una embajadora de la educación socioemocional entre maestras y maestros, como vía para una educación de calidad. 
Foto de la Maestra Astrid Martínez

En el año 2018, la maestra Astrid Martínez escuchó una frase que le marcó su vida y le dio un giro inesperado a su profesión como docente: “Un maestro no puede entender a sus estudiantes si no se entiende a sí mismo”


Cinco años más tarde, oír nuevamente estas palabras la volvieron a poner ante un espejo en el que ve su vida desde otra perspectiva. El cáncer que la acompaña desde el año 1998, con el cual ha aprendido a convivir y al que ha aprendido “a querer”, la invita a darle un nuevo recorrido a su vida para descubrir sus sentimientos, sus decisiones y su interior. 


“Un maestro no puede entender a sus estudiantes si no se entiende a sí mismo”


Lo que un día escuchó mientras cursaba su especialización en Socio afectividad y Creatividad, apoyada por el Distrito, volvió a resonar en su mente y su corazón en octubre de 2023, ahora en su nuevo colegio, el Lucila Rubio de Laverde, ubicado en la localidad de Engativá. 


Guiada antes como ahora por la reconocida psicóloga y escritora colombiana, Gloria Sierra Uribe, la profe Astrid, maestra de preescolar desde hace 12 años y sus demás compañeros del colegio, se sumergieron en talleres para re descubrir la importancia de la gestión socioemocional como herramienta de auto cuidado y el valor de abrir nuevas modalidades de enseñanza y aprendizaje en la escuela


“Vi a muchos maestros que se quebraron, que lloraron durante los talleres y que reconocieron conflictos propios por el hecho de ser hijos adoptados, de no poder emprender relaciones afectivas duraderas…y fue darnos cuenta de que así pueden ser los 40 estudiantes que tenemos en el aula”.  


Ese fue el objetivo del estudio ‘Emociones, enseñanza y aprendizaje en el aula’ adelantado en 2023 por el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas: reconocer que antes del trabajo en las aulas, las y los maestros en los colegios tienen una historia personal que debe ser identificada, comprendida y gestionada, para luego entrar en la labor de educar junto a las y los estudiantes.


“Vi a muchos maestros que se quebraron, que lloraron durante los talleres y que reconocieron conflictos propios…fue darnos cuenta de que así pueden ser los 40 estudiantes que tenemos en el aula”.


 

¿Qué encontró esta maestra en su proceso?

El estudio del IDEP se compuso de bloques temáticos que se trabajaron en tres colegios del Distrito, uno por cada uno: psicogenealogía, en el colegio Lucila Rubio de Laverde IED, cuerpo y vida, en el colegio Aquileo Parra IED y autoconocimiento, en el Carlos Albán Holguín IED, todos ellos enfocados en la gestión socioafectiva del maestro.

Foto de varios niños y niñas haciendo actividades de dibujo      
Para el caso de la maestra Astrid, las sesiones de psicogenealogía de 2018 y de este año en su colegio la ayudaron a descubrir mediante la representación de su árbol genealógico una parte de su historia personal y familiar y una manera de resignificar el presente de sus relaciones afectivas personales y familiares. 

     
“Además de reconocer que tuve una relación conflictiva con mi mamá, viví un capítulo muy fuerte en mi vida que me volvió fuerte y arrogante y yo hice como si no hubiera pasado nada. Pero esa emoción nunca la gestioné y el grito, la ira, el enojo, la frustración y el miedo fueron una bola que me tragué y eso se volvió cáncer. Luego de este taller, después de tantos años logré llorar, expulsarlo…ahora sé que ese cáncer me lo causé yo por no gestionar mi emoción”, afirma contundentemente. 


“Esto era lo que necesitaba mi vida: un grupo de maestros y de directivas que sean tan conscientes de la emoción y del afecto más que de todos los contenidos y habilidades que se pueden adquirir. Porque si tu eres feliz tu aprendes todo"


Pero los aprendizajes no solo llegaron para la maestra Astrid. También se compartieron entre los docentes y directivos de su colegio. Cuenta que a partir de esa experiencia la rectora les dijo “Vamos a respirar y vamos a desacelerar. Lo más importante en esta institución es permitirnos ser, reconciliarnos con nosotros mismos y entender la diversidad de emociones, sentimientos y de aprendizajes”. 


 

Un sueño que quiere extender sus raíces

Desde la época en que Astrid fue maestra de contabilidad, matemática y administración en el sector privado (antes de llegar al Distrito), sintió que había una materia pendiente con sus estudiantes de los grados 10 y 11, a quienes veía atravesar muchos conflictos. 


Ahora, a partir de su experiencia reciente, esta enamorada de la educación, como ella misma se define, considera que es necesario sembrar semillas desde los primeros grados de enseñanza.


“Hay que restaurar la familia, comprenderla y ponerla en orden. Eso garantiza que un estudiante pueda aprender mejor. Es decirles desde pequeños: papá, mamá vamos a hacer equipo por el bienestar escolar, afectivo y emocional de su hijo. Invitar a los papás a hacer una bitácora de familia y trabajar más en comunión, no solamente enseñar a jugar al niño”, reconoce.  

 
Así como ella logró reconstruir sus raíces familiares, quiere que la primera promoción de estudiantes del colegio Lucila Rubio de Laverde, reparen sus propios árboles, los hagan crecer, extiendan sus ramas y en 12 años den fruto. 


Mientras tanto, seguirá devolviéndole a la educación lo que un día hizo por ella cuando vivió los momentos más difíciles de su vida “La educación me permitió tener la excusa perfecta de la alegría para no darle cabida a la tristeza. Eso hizo la educación por mi”

 
 

 

 


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Última modificación
2 Enero, 2024
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