Se necesitan aproximadamente cuatro horas y cuarenta minutos para llegar desde el portal del Tunal, a la escuela de San José, “la última escuela de Bogotá”, como dice su maestro Henry Miranda Espitia, un docente que, desde la localidad de Sumapaz, le apuesta a la investigación educativa desde su semillero ‘La Granja Escolar’.

El proyecto, que nació en 2017 con la llegada del docente Henry a esta sede del colegio oficial Gimnasio del Campo Juan de la Cruz Varela de Sumapaz, utiliza la granja como un escenario de aprendizaje transversal a todos los contenidos de las clases, para despertar en sus estudiantes un genuino interés por aprender.

“Cuando llegué a la escuela, a los estudiantes no les interesaba aprender, no existía un ellos un interés en estudiar ni una visión de proyecto de vida. Entonces decidí enseñarles desde un espacio más cercano a su realidad. Así fue como iniciamos nuestra granja con una pareja de curíes y de conejos salvajes, los más comunes en la región”, comenta Henry.

De su bolsillo y con apoyo de los padres de familia de la vereda, Henry fue llevando a la granja gallinas, patos, ovejas y una cabra que poco a poco llamaron la atención de Manuel, Juan David y Angie los tres estudiantes que, para ese entonces, tenía en su salón de clase y que comenzaron a interesarse más por temas como fraccionarios, la célula y los sustantivos.

Rápidamente se hizo necesario para este semillero de investigación, encontrar otros espacios donde además de socializar su experiencia, pudieran ampliar sus conocimientos para fortalecer los procesos que estaban desarrollando en la granja.

Conocedor y beneficiario de las convocatorias del IDEP, Henry decidió participar en 2018 en la Convocatoria de Apoyo y Fomento a Semilleros Escolares de Investigación de Docentes y/o directivos Docentes del Distrito que, junto a la Secretaría de Educación del Distrito, tiene como objetivo acompañar el fortalecimiento de iniciativas de investigación e innovación de los docentes y directivos docentes de los colegios públicos de Bogotá.

“Decidimos sistematizar esta experiencia para tener la oportunidad de conocer otra experiencia similar a la nuestra, sin embargo, no pasamos en esta convocatoria, pero al IDEP le llamó la atención nuestra propuesta y con el apoyo de la Fundación Dividendo por Colombia, pudimos conocer el trabajo de la Fundación Técnico Agroambiental la Amalaka”.

Y así, Manuel, Juan David y Angie, por primera vez en sus diez años de existencia salieron de Sumapaz, el páramo más grande del mundo, para viajar en avión, llegar al municipio de Totoró, Cauca y durante tres días, conocer la experiencia pedagógica de los estudiantes y docentes de Amalaka. Un inolvidable intercambio de experiencias, que impulsó mucho más al semillero de investigación del maestro Henry Miranda.

La investigación en el aula como herramienta transformadora de vidas

“La importancia de sistematizar las experiencias, pienso que es una enseñanza que nos ha dejado el IDEP porque infortunadamente muchos docentes no tenemos ese hábito de escribir, por lo que se pierden cosas muy interesantes que se hacen en el aula. Yo sé, por ejemplo, que, si me voy, el otro maestro que llegue va a encontrar documentado el trabajo en la granja, y así va a poder continuar el proceso que se ha venido realizando”, explica el maestro Henry.

Gracias a este interés, el maestro Henry pudo dar a conocer esta experiencia que, desde la vereda de San José del corregimiento de San Juan de Sumapaz, llegó el pasado mes de marzo al municipio de Totoró, Cauca

“Fueron tres días de aprendizajes constantes en geografía, matemáticas, idiomas, lenguajes, ciencias naturales y convivencia. También tuvimos la oportunidad de entrar a la facultad de Artes de la universidad del Cauca donde compartimos con los docentes y los estudiantes universitarios. Realmente fue una experiencia valiosa para mis estudiantes que no solo aprendieron más sobre la granja, sino tuvieron una experiencia de vida que los llevó a valorar más su territorio y a interesarse un poco más por donde están y para donde van”, señala el maestro Henry.

Es precisamente este intercambio pedagógico, la experiencia más valiosa para el docente Henry que desde el principio tuvo como única motivación, invitar a sus estudiantes a descubrir a través del conocimiento, un mundo que casi siempre, se antoja distante y diferente para ellos.

“Cuando digo que somos la última escuela del municipio de Bogotá, es cierto, aquí a muchos les da pereza venir, por la carretera, por el frío, en fin, por muchas razones, por eso sacar a los niños de aquí y que compartieran con personas de otras regiones y países, cambia la forma de ver el mundo y eso no tiene precio”, comenta el maestro.

Desde el regreso de aquel viaje, Manuel, Juan David y Angie, aprovechan las clases del maestro de tecnología, que los visita una vez cada quince días, para aprender más sobre herramientas que les permitan saber dónde está ubicado el Sumapaz, cómo es su territorio, hacia dónde está el Cauca y demás preguntas que aumentan con el paso del tiempo.

Y mientras estos tres estudiantes intercambian cartas con los estudiantes que conocieron en el Cauca, el maestro Henry sueña junto a un colega colombiano que ahora trabaja en Londres, en encontrar la forma de hacer este mismo intercambio pedagógico, pero ahora en otro país y en otro idioma.

“Hacer esto no es fácil porque los maestros de la ruralidad bogotana estamos muy solos, aquí, por ejemplo, nadie ha venido a ver la granja, y eso hace mucho más complejo los procesos de acompañamiento de experiencias, pero a pesar de todo eso, yo sigo haciendo esto por mis muchachos para que sueñen con construirse un mejor futuro”, así concluye Henry Miranda Espitia, un maestro a quien ni la soledad, el frío o las cuatro horas y cuarenta minutos que se necesitan recorrer para dictar clase a los tres estudiantes de la vereda San José de Sumapaz, lo detienen para seguir transformando vidas desde la docencia y la investigación educativa.