Puedo hablarle a la gente de esa otra Colombia, gracias a mi trabajo: Víctor Gaviria
Por: Johanna Milena Jiménez Posada
Periodista, Comunicaciones IDEP.
Víctor Gaviria, a sus 61 años, tiene claro que la parte más enriquecedora de su trabajo como director de cine (también es guionista, poeta y escritor), no se la ha dado el reconocimiento ni la fama alcanzados gracias a sus producciones como sumas y restas, Rodrigo D: no futuro y la vendedora de rosas; sino lo que ha aprendido, de lo que se ha empapado y lo que ha logrado conocer y vivenciar gracias a sus actores naturales y todo lo que alrededor de ellos gira cuando tiene los acercamientos necesarios para el desarrollo de sus proyectos.
Este antioqueño, nacido en el municipio de Liborina y que ha llevado su trabajo hasta escenarios de la relevancia del Festival de Cine de Cannes, es ahora el director encargado de la realización de un documental que tendrá como protagonistas a los estudiantes beneficiarios del convenio relacionado con estudios técnicos formales y en el que participa como principal gestor de esta actividad específica, el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico - IDEP.
En el avance de la primera actividad, desarrollada a través de cine foros realizados los días 15 y 16 de febrero, tuvimos la oportunidad de entrevistarlo para saber su punto de vista, que tiene una interesante combinación de lo teórico y lo práctico.
IDEP: ¿Cuál es la expectativa con el trabajo que se está realizando?
Víctor Gaviria: En principio es comunicar conclusiones que he sacado haciendo mis películas, porque a pesar de que yo no soy sociólogo ni teórico al respecto, voy sacando unas conclusiones que yo veo que la gente no maneja porque no tienen una experiencia tan vivencial de lo cotidiano y la exclusión, en cambio, que si las manejan todos estos jóvenes que yo he conocido haciendo los casting y as películas.
IDEP: ¿Qué es lo más relevante en estos procesos de conocer el día a día de sus actores naturales?
Víctor Gaviria: Cuando hice Rodrigo D, lo primero que encontré fue el antilenguaje, que allá en Medellín lo llaman el parlache. Me di cuenta que era un lenguaje con los significantes invertidos y me di cuenta de que eso no estaba ni en texto, ni en libros… Yo no tengo la capacidad para construir todo un andamiaje teórico al respecto, pero si puedo hablarle a la gente un poco de esas dos Colombias, sobre todo de esa otra Colombia de la exclusión; para que la gente no la juzgue ni la señale, ni la estigmatice, sino que más bien la entiendan, que entiendan toda esa hiperactividad de estos jóvenes… Son muchachos que viven una vida acelerada y por eso sienten la necesidad de vivir todo lo que se ocurra al mismo tiempo.
IDEP: Socialmente hablando, ¿para usted cuál es la importancia de de las películas de realidad?
Víctor Gaviria: Compartir estas vivencias puede servir. Para la gente del común ver cine de realidad es muy particular, porque aunque el cine en general es un arte que maneja un lenguaje mundial, esta clase de producciones tienen algo especial al poder captar todas las experiencias de vida cotidiana. El cine “normal” a veces tiene una posición de clases muy especial ya que revuelve lo cercano, lo lejano, lo cotidiano y lo abstracto y en oportunidades termina haciendo unas cosas que no reflejan realmente al país. Entonces, quiero con este proyecto que pusimos a andar con el IDEP, mostrar este cine cercano que se escribe a partir de testimonios.
IDEP: ¿Y, particularmente, respecto a estos testimonios para el documental?
Víctor Gaviria: Yo sé que me voy a encontrar aquí con una cantidad de testimonios que tienen verdades que no se encuentran en ningún libro; por eso yo admiro estos muchachos, porque detrás hay unos heroísmos de vida que dan unas fotografías y unos retratos únicos, que no los encuentras en ninguna parte, acerca de qué es la vida, vivir en este país, de lo que es vivir en un barrio, de lo que es vivir ahora en estos años. Además, todo esto me amplía la conciencia, la visión y la mente de unos ambientes a los que de otra manera no podría llegar, aunque sea mentalmente.
También me gusta mucho el proceso de estos jóvenes que están saliendo de todo lo que implica la exclusión, porque es que yo me encuentro con unos jóvenes que no saben hacer nada sino vender marihuana y robar; algo así como participar de la “fiesta continua” que se arman en la vida a través de las adicciones… Eso, pues no deja de ser interesante, pero también es muy desanimador.
IDEP: ¿Ha tenido acercamientos con proyectos parecidos a IDIPRON?
Víctor Gaviria: Si, un proyecto que se llamó “Jóvenes con futuro”, se hizo en Medellín, en la época de Alonso Salazar, quien se dio cuenta que para sacar a los jóvenes había que pagarles por estudiar, así de sencillo. Cuando tú le dices a la gente sobre pagarles por estudiar, las personas se ponen las manos en la cabeza aterrados, se les paran los pelos, llegan a conclusiones como: ¿cómo es posible que estén pagándoles a unos delincuentes?... Pero eso es una cosa pragmática, a los jóvenes hay que darles la mano realmente, porque o si no, no se pueden sacar, así como nosotros no pudimos sacar a los muchachos de La Vendedora de Rosas, porque nosotros no teníamos la plata y de pronto no fuimos tan pragmáticos y tan concretos de entender que había que apostar por ellos de esa manera.
IDEP: ¿Entonces qué hace diferente el proyecto de Bogotá?
Víctor Gaviria: Yo veo que esto en Bogotá fructificó, fue un proyecto muy atrevido pero con gran visión. Por eso queremos es hacer, a través de un documental, el recuento y los retratos, además de mostrar el alcance del proyecto mismo. Ellos (los jóvenes de IDIPRON), no todos lo han tomado igual, de pronto hay unos que lo han cogido por recibir la plata diaria, pero la mayoría si lo han visto como un proyecto de vida y la oportunidad para no estar volteando como un papel que no se sabe para donde va, sino para poder tener una dirección, para poder tener una conciencia y, sobre todo, un oficio. Es que tenemos sometida a esta juventud popular; y esa vida es muy dura, no saben sino vivir en una fiesta interminable, que los desgasta muy rápido y los consume como el fuego.
IDEP: Durante estas primeras jornadas de los cine foros, ¿ya encontró a alguien que en particular llame su atención?
Víctor Gaviria: Si, esta parte del proceso todavía no es la parte donde vamos a escuchar las historias porque se hará más adelante en unos grupos pequeños, pero aun así he podido hablar con los muchachos y escuchar algunos de sus relatos, porque uno está acostumbrado a que la verdad de las cosas está en la academia y la tienen unos personajes por allá muy encumbrados, pero resulta que la verdad aunque aparentemente no la tienen unos muchachos que han vivido lo que ellos, sólo charlarles si le posibilita a uno como interlocutor descubrir “otra verdad”.
Ayer, por ejemplo, un joven decía unas cosas impresionantes, decía primero que caer a la calle es en principio una cosa muy emocionante y que es algo que le da mucho sentido a la vida digamos con la necesidad satisfecha de calmar el hambre y recibir cosas bien sea porque se piden o se mendigan, es una emoción impresionante, o sea, pareciera que en principio, cuando la gente cae a la calle, cae en un estado de valoración de las cosas que es único, que es fascinante; pero lo otro que decía este muchacho es que él no sabía nada antes, en cambio ahora ya tiene qué decirle a sus hijos… Es que en muchas oportunidades el problema de los padres que huyen de las familias es porque les da vergüenza no tener nada que decirle a los niños, pero es que si no sabes nada qué les comunicas a tus hijos… Mejor dicho, hay unas verdades extraordinarias que surgen de las verdades de estos muchachos; así que en esta oportunidad no es sólo dar constancia de los resultados de este programa, sino de las verdades que surgen de los relatos.
IDEP: ¿Podemos esperar que se extienda su participación en este proyecto?
Víctor Gaviria: Yo siempre he tenido el entusiasmo por hacer una película en Bogotá, al fin no se da porque son procesos muy rápidos; pero ahora pienso que es posible, porque podemos encontrar unos relatos para hacer una película y un proyecto donde se recoja todo el sentir de esas gentes que saben tanto de la vida, mucho más que nosotros.