Por: Yuly Yessenia Parra Aldana Magister en Docencia de la Matemática y docente del colegio Francisco Primero IED. Candidata a estudios de doctorado. Interés en procesos de formación constante. Correo: yyparraa@educacionbogota.edu.co
A principios del año 2023, en las redes sociales surgieron diversas tendencias relacionadas con el uso de la Inteligencia Artificial (IA). Algunas de las más llamativas fueron imágenes de dinosaurios con diferentes profesiones, creadas por la IA Midjourney, y el uso de ChatGPT como generador de texto a partir de información recopilada de conjuntos de datos de diversas fuentes de dominio público.
Estas herramientas han generado todo tipo de reacciones, desde el asombro hasta el temor a la idea de la sustitución de labores y deberes, en campos como la educación y el trabajo.
“...una estrategia fundamental para involucrar estas nuevas tendencias en el aula está relacionada con el desarrollo de la habilidad de evaluar los productos realizados por la IA”
En el caso particular de la educación, la Unesco (2021) publicó una guía sobre Inteligencia artificial y educación, dirigida a personas a cargo de formular políticas públicas, con el fin de sentar las bases para que las naciones adjuntas propongan sus propias políticas orientadas a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible – Educación de calidad (ODS'4) y la cuarta revolución industrial.
En este sentido, la Unesco (2021, p.16) plantea diversas cuestiones en la introducción de la IA en la educación, abordando su influencia en la pedagogía, las estructuras organizativas, el acceso, la ética, la equidad y la sostenibilidad.
Además, destaca la importancia de que todo el sistema responda a preguntas clave de política, tales como: ¿Cómo podemos aprovechar la IA para mejorar la educación?, ¿Cómo garantizamos un uso ético, inclusivo y equitativo de la IA en la educación?, y ¿Cómo puede la educación preparar a los seres humanos para vivir y trabajar con la IA?
“La Unesco destaca la importancia de que todo el sistema responda a preguntas clave de política, tales como: ¿Cómo podemos aprovechar la IA para mejorar la educación?”
Con lo anterior, queda en manos de los entes gubernamentales responder a estos interrogantes a partir de las políticas que estén en desarrollo, teniendo en cuentas sus particularidades sociales, económicas y culturales.
Desde mi experiencia con el uso de las IA para la generación de contenido y su aplicación en el campo de la educación, considero que una estrategia fundamental para involucrar estas nuevas tendencias en el aula está directamente relacionada con el desarrollo de la habilidad de evaluar los productos realizados por la IA y el aprender a formular preguntas que permitan la creación de contenido con objetivos claros.
Sin embargo, el uso de estas ha impactado la habilidad de escritura de nuestros estudiantes, por el uso irresponsable de las IA, puesto que las tareas tradicionales de producción escrita pueden verse sustituidas fácilmente por textos generados por ChatGPT o similares.
“Estas herramientas existen, son del interés de muchos y la escuela tiene que dar apertura y trabajar en su uso responsable”
Esto nos lleva a resignificar estas herramientas en nuestros procesos pedagógicos. Un ejemplo de ello está en solicitar al estudiante que produzca textos con la IA, analice y evalúe el resultado de la producción con el fin de identificar qué información puede ser confiable y responda a los objetivos planteados por la actividad.
De esta forma, dichos textos pueden ser el punto de partida para una producción de contenido colaborativa entre el estudiante y las IA. Estos retos nos llevan a aceptar que estas herramientas existen, son del interés de muchos y la escuela tiene que dar apertura y trabajar en su uso responsable.
Bibliografía
Unesco. (2021). Inteligencia Artificial y educación. Guía para las personas a cargo de formular políticas. Francia: UNESCO.